Hoy la ciudad amaneció gris y tenue como tenue y gris es la mirada de Jacinta, la vieja vendedora de tintos de la esquina de mi barrio que se levanta más temprano que el sol para llevar el sustento diario a la casa desde que su esposo la dejo. Ayer por las calles de la ciudad la algarabía subía y bajaba al vaivén de las flores, los chocolates, los mariachis, los dulces, los detalles, las sonrisas y los abrazos. Hoy la normalidad vuelve a su metáfora y el viejo oficio de la escoba a barrerla en el olvido de la historia para recordarle que el presente existe y es una extraña realidad llena de desgracias angustias y zozobras
No hay estupidez más humana en creer que hay un día de la mujer, cuando en las vueltas de la vida y los 365 giros del planeta, ellas se parten el espinazo con su afecto y dignidad por darle alegría a los hombres, por colmarlos de pasiones y colores. Alguna vez decía el Gabo. Las mujeres se encargan de darle la continuidad a las estirpes mientras los hombres se rompen los sesos con el deseo de cambiar el mundo y naufragan en la malparidez cósmica.Mil palabras, mil abrazos, mil historias, mil sonrisas para ellas forjadoras de vida, amantes empedernidas y luchadora inclaudicables.
No un día sino todos los 365 días del año.