Profesor Renán Vega cantor
Maestro de maestros
Le escribo estas palabras desde la puerta del llano,
esperando que sea una voz de aliento en estos tiempos en que el chisme y la
camorra intentan enlodar su imagen y su hermosa labor de defensa de la vida, la
dignidad y la permanencia en el territorio.
Los que tuvimos el privilegio de pasar por las aulas de la Universidad Pedagógica
Nacional finalizando el siglo XX; y tomar los cursos de Economía e Historia de
América que usted impartía en el pensum de Ciencias Sociales de aquella época; tenemos la certeza y la claridad meridiana que su labor más allá
de formar docentes que presten sus servicios al país en la
educación de las futuras
generaciones en aras de ganar un sueldo como profesional; a punto formar hombres y mujeres sentipensantes que hicieran
de su vocación, un espacio para pensar el país y sus problemas sociales,
económicos, políticos, ambientales y culturales. Hombres y mujeres que en su
labor pedagógica y didáctica del día a día, en el aula de clase, en la calle,
la cuadra, el barrio, la ciudad y el campo,
hicieran de su praxis un instrumento de
emancipación.
Después del muro de Berlín
vino la industria del arrepentimiento -al
decir del Maestro Mario Benedetti- y muchos
intelectuales colgaron los
guantes y se alinearon con los discursos de la moda imperante. ¡Pero usted maestro! Se mantuvo firme en su pensamiento y su praxis
política, y por el contrario, reafirmo el valor de la utopía desde la
investigación, la docencia y su compromiso militante de educar en los más variados escenarios de la movilización
social.
Hoy más que nunca se vuelve
imperativa el arma de la crítica, en
tiempos en que el sistema económico
reinante, degrada la vida a su máximo desprecio y ultraja la naturaleza
convirtiéndola en simple fórmula matemática de mercancía expoliativa. Hoy se
vuelve urgente y necesario generar construir
educación para la transformación y no la sumisión. Educación para la emancipación.
Siga adelante en su labor
formativa que a pesar de los amedrentamientos, los señalamientos y las
calumnias típicas de los serviles y dóciles al establecimiento; su labor
formativa ha hecho mella en centenares de miles de personas que hoy enarbolan
las banderas de la utopía posible y creemos que
Colombia, nuestro sufrido Macondo, más temprano que tarde allanara el
camino como país digno y soberano con un futuro mejor y esperanzador.
Con aprecio
Diego Andrés Díaz Jaramillo