Hasta siempre.
La última vez que me encontré a Brandon fue en Alkosto. Elocuente y sonriente como se caracterizaba la nobleza de su ser. Le pregunte que si ya estaba estudiando y me respondió que no; que su seño era ser Policía y que andaba tramitando los papeles para hacer el curso de patrullero. Lo conocí en el INEM en el año 2011 cuando tomaba el curso de Economía Política en la modalidad de humanidades. Su pasión por el voleibol la llevaba en la sangre.
El viernes en la madrugada una bala inhumana saliente de la selva silencio su corazón y apago la luz de su existencia a los 21 años de edad. Si voy y no vuelvo profe, moriré haciendo lo que amo, le escuche decir cuando le hable de lo duro de la guerra, de lo atroz del conflicto, y de la espiral de la violencia en el país que nos tocó vivir.
Pa que se acabe la vaina escribió William Ospina, aludiendo al conflicto que se perpetúa como una espiral sin fin y en la que los muertos son nuestros jóvenes, la gente del común que tiene sueños metas y aspiraciones, mientras las elites que nos gobiernan perpetúan a su antojo la mecánica de la conflagración; y sus discursos beligerantes atizan la opinión pública desde la comodidad de sus casas.
De seguro a esta hora Brandon estará en algún lugar de la geografía del universo jugando un picado de voleibol con los Ángeles y arcángeles del cielo.
Buen viaje Brandon



