martes, 2 de septiembre de 2014

AGUA BENDITA

El calor que hizo ayer en el piedemonte calentó el asfalto  y sofoco gargantas durante horas. Quizás sea el anuncio en estos tiempos de incertidumbres  y cambio climático que ya esta llegando a Villavicencio el fenómeno de la niña;  que ha prendido las alarmas en el país entero  ante la sequía que trae a  sus espaldas y del cual fue noticia la Guajira  por estos días. O  a lo mejor el intenso calor de ayer  fue un capricho de nuestra estrella madre; que decidió  alumbrarnos con mas fuerza y radiación que de costumbre; para despedir el mes de agosto  y anunciar  la llegada del mes septembrino cargado de mucha insolación. 

Las imágenes muestran a tres niños disfrutando las gotas de agua que se escapan por los huecos de las viejas mangueras que  bajan de la montaña  y llevan el agua vital para sus casas. Ellos viven en la Nora. En la parte media. Uno de los muchos asentamientos humanos que existen en esta La ciudad de las lonas verdes y que forman  parte de la segregación socio espacial que existe en Villavo la bella.  





Lo uno como lo otro los afecta a ellos,  los de arriba, a los nadie. El intenso calor promueve la sequía  y  genera que el recurso hídrico  que capturan de un manantial en lo alto de una cueva infestada de murciélagos, empiece a escasear. La segregación socio espacial los condena al olvido y la marginalidad en este lugar de la ciudad;  los fuerza  vivir con el esfuerzo y la creatividad de la supervivencia del diario  transcurrir, sin  la garantía de los mínimos vitales en servicios públicos como lo demanda la ley especialmente el de agua como fuente de vida y que consiste en 2.5 metros cúbicos de agua mensuales.

Hoy cuando la ciudad esta elaborando su plan de Ordenamiento Territorial, cabe preguntarse que ha pasado con dicho proceso que empezó con bombos y platillos, seminarios y capacitaciones y todo tipo de  propuestas para construirle un NORTE a Villavicencio en los años venideros; pero que ahora casi dos años nos encontramos navegando entre el  limbo y la zozobra;   y esta  la  ciudad de las lonas verdes pareciera  estar ser siendo planificada  en escenarios ajenos a ella misma;  bajo  la lógica del capital, desde  fríos escritorios  que le dan la espaldas a la ciudad  misma; sin la participación de los ciudadanos  que viven ella  -muchas veces vulnerando sus derechos-  y  tomando decisiones que a la par no logran darle solución  a la problemática misma que aqueja la ciudad desde hace muchos  años en materia de vivienda,  transporte y movilización, salud,   empleo  y servicios públicos domiciliarios.

Pensar la ciudad para los tiempos que vienen, (tiempos de cambios climático y ojalá de posconflicto)  es pensar a Villavicencio hoy y sus problemáticas;  es allanar el camino a una ciudad incluyente con posibilidad para todos,  una ciudad diseñada y pensada a futuro  en materia de movilidad y transporte urbano,  con acceso a la vivienda, la salud  y la educación, al  cubrimiento de servicios públicos domiciliarios, pero sobre todo con  oportunidades de trabajo. 

Pensar  la ciudad es preocuparse  por sus coterráneos  como estos que viven en la parte media de la montaña;  que aprovechan un día de intenso sol,  para refrescarse con  las dulces gotas de agua que escapan  a través del  roto de la manguera y  disipar el fuerte  calor.


Pensar la ciudad es construir Política pública para los ciudadanos.

La ciudad de las lonas verdes.


Mangueras benditas.

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