El calor que
hizo ayer en el piedemonte calentó el asfalto y sofoco gargantas durante
horas. Quizás sea el anuncio en estos tiempos de incertidumbres y cambio
climático que ya esta llegando a Villavicencio el fenómeno de la niña;
que ha prendido las alarmas en el país entero ante la sequía que
trae a sus espaldas y del cual fue noticia la Guajira por estos
días. O a lo mejor el intenso calor de ayer fue un capricho de
nuestra estrella madre; que decidió alumbrarnos con mas fuerza y
radiación que de costumbre; para despedir el mes de agosto y anunciar
la llegada del mes septembrino cargado de mucha insolación.
Las imágenes
muestran a tres niños disfrutando las gotas de agua que se escapan por los
huecos de las viejas mangueras que bajan de la montaña y llevan el
agua vital para sus casas. Ellos viven en la Nora. En la parte media. Uno de
los muchos asentamientos humanos que existen en esta La ciudad de las lonas verdes y que forman parte de la segregación socio espacial que existe en Villavo la bella.
Lo uno como lo
otro los afecta a ellos, los de arriba, a los nadie. El intenso calor
promueve la sequía y genera que el recurso hídrico que
capturan de un manantial en lo alto de una cueva infestada de murciélagos,
empiece a escasear. La segregación socio espacial los condena al olvido y la
marginalidad en este lugar de la ciudad; los fuerza vivir con el
esfuerzo y la creatividad de la supervivencia del diario transcurrir, sin
la garantía de los mínimos vitales en servicios públicos como lo demanda
la ley especialmente el de agua como fuente de vida y que consiste en 2.5
metros cúbicos de agua mensuales.
Hoy cuando la
ciudad esta elaborando su plan de Ordenamiento Territorial, cabe preguntarse
que ha pasado con dicho proceso que empezó con bombos y platillos, seminarios y
capacitaciones y todo tipo de propuestas para construirle un NORTE a
Villavicencio en los años venideros; pero que ahora casi dos años nos
encontramos navegando entre el limbo y la zozobra; y esta la
ciudad de las lonas verdes pareciera estar ser siendo planificada
en escenarios ajenos a ella misma; bajo la lógica del capital,
desde fríos escritorios que le dan la espaldas a la ciudad
misma; sin la participación de los ciudadanos que viven ella -muchas veces vulnerando sus
derechos- y
tomando decisiones que a la par no logran darle solución a la
problemática misma que aqueja la ciudad desde hace muchos años en materia
de vivienda, transporte y movilización, salud, empleo y
servicios públicos domiciliarios.
Pensar la
ciudad para los tiempos que vienen, (tiempos de cambios climático y ojalá de
posconflicto) es pensar a Villavicencio hoy y sus problemáticas; es
allanar el camino a una ciudad incluyente con posibilidad para todos, una
ciudad diseñada y pensada a futuro en materia de movilidad y transporte
urbano, con acceso a la vivienda, la salud y la educación, al
cubrimiento de servicios públicos domiciliarios, pero sobre todo con
oportunidades de trabajo.
Pensar la
ciudad es preocuparse por sus coterráneos como estos que viven en
la parte media de la montaña; que aprovechan un día de intenso sol,
para refrescarse con las dulces gotas de agua que escapan a
través del roto de la manguera y disipar el fuerte calor.
Pensar la ciudad es construir
Política pública para los ciudadanos.
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| La ciudad de las lonas verdes. |
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| Mangueras benditas. |


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