El pasado 20-22
de junio se desarrollo en Rio de Janeiro
la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable RIO+20 ( CNSD) evento que agrupo a cerca de 100 jefes de Estado
representantes de 200 países, 12 000 funcionarios y activistas de 9800 ONG del mundo. Los
objetivos de la cumbre radicaban en la urgente necesidad de pensar la situación
del planeta tierra a futuro y su conservación antes los cambios del siglo XXI tomando
como puntos de referencia la renovación del compromiso para el desarrollo
sostenible, evaluar los alcances y dificultades en su implementación y
construir los nuevos retos a futuro incluyendo temas como el de la Economía
verde en el contexto del desarrollo sostenible y un marco institucional para el
desarrollo de este.
A Rio+20
llegaron tres bloques de poder para
disputar la lógica de sus intereses, por un lado la Unión Europea y Estados
Unidos representantes del norte industrializado y consumidor voraz del gran
porcentaje de los recursos naturales que se extraen de la tierra. Por el otro lado asistieron los llamados países en desarrollo agrupados en
torno al G77+China portadores de las grandes riquezas naturales y condenados a
la larga noche del subdesarrollo. y un tercer bloque a través de la articulación
de los países del BRIC (Brasil, Rusia,
India y China) que hicieron tambalear la
hegemonía del bloque desarrollado a la cabeza de Estados Unidos.
Luego de tres
días de ires y venires, de discursos rimbombantes y elocuentes por la defensa
del planeta -pero nada prácticos- quedo un documento final de 59 páginas y 283 párrafos,(documento
que de por si que no menciona la crisis económica y financiera global y que tan solo introduce variables
epistemológicas y cambios en la concepción del paradigma del desarrollo,
dejando a tras la concepción de la naturaleza como mercancía y fórmula
matemática (en teoría) para adoptar una posición más sistémica y holística con
relación a la madre tierra en el marco de una política seria que jalone el
desarrollo sostenible.
Para nadie es un
secreto que la cumbre se realizó en el
marco de una serie de crisis a nivel mundial, crisis en lo ambiental,
climática, social, económica y financiera; sin precedentes en la historia de la
humanidad, y con unos bloques económicos
desarrollados y economías emergentes que se disputan el acceso y a la expoliación de mercancías y
mercados a nivel planetario. ¿Que nos
queda y que le queda a la tierra luego de la cumbre?
De Rio+20 le
queda al planeta por un lado un nuevo concepto en el as verba de la jerga del
capitalismo y ecologismo mundial, que se
mezcla con buenos designios y se camufla
bajo la palabra mágica de “economía verde” con el fin de consolidar un marco
teórico y metodológico del “desarrollo sostenible -que no es más que la forma de institucionalizar la explotación
mercantilista de la naturaleza. Y por el otro unos países industrializados que le apuntan a
seguir hacia nuevas etapas en su fase desarrollo económico sin importar los
otros, mas unas economías en vías de desarrollo que persiguen el sueño dorado
de los industrializados, junto a un gran número de países pobres que no quieren
seguir siendo los de abajo, los del
mundo subdesarrollado. Mientras el
planeta tierra finito por naturaleza, soporta la huella ecológica de
estas intenciones. Podremos vivir juntos manifestó a fínales del siglo XX con sapiencia el sociólogo francés Alan Touraine.
Es de rescatar
la posición que asumió el grupo del ALBA más Brasil e India entorno a la
reivindicación del derecho al desarrollo, valorando y respetando la Madre
tierra y sus recursos naturales, en el marco de una soberanía nacional que
decida sobre sus propios recursos naturales y la toma de decisiones en materia
de política pública e instando a la aplicación
de las leyes internacionales.
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